Empalaos

El Rito del Empalao se viene celebrando desde tiempo inmemorial en la noche del Jueves Santo. Hombres anónimos se visten con un timón hecho con madera de castaño atando fuertemente los brazos a él, incluyendo el torso, una corona de espinas, 2 espadas en la espalda y un velo. Van descalzos por el pueblo y se arrodillan ante cada cruz que hay (hay 14 cruces) y ante cada empalao que cruzan.
El hecho de vestirse de empalao se centra en una promesa realizada a la Cofradía de la Vera Cruz y de los Empalaos. Esta tradición proviene de un acto de penitencia, en él el penitente realizará un vía crucis por las calles de Valverde.
El proceso de vestir al Empalao es complicado y debe ser realizado con mucho cuidado para no dañar ni provocar heridas en el cuerpo. Sólo los más íntimos pueden presenciarlo. Son momentos estremecedores. Los suspiros entrecortados de los seres queridos ponen el patetismo que da sonoridad a la escena. Y para que la sensación sea más lacerante, se colocan a los extremos de los brazos y del timón las cadenas de hierro o vilortas. Al chocar entre sí producen un sonido cavernoso que aporta a la escena sensaciones de repique de difuntos. Se completa el atuendo con una corona de espinas en su cabeza y dos espadas en forma de aspas en la espalda.
El anonimato de la penitencia es impresionante. A casi nadie le importa descubrir los nombres de la persona ni las razones porque lo hace. Cuando caminan, la marcha es parsimoniosa, de estudiado equilibrio. El cuchicheo inevitable de los curiosos queda roto cuando se oye la voz de alerta: “¡Que viene el empalao!”. Dos mujeres acompañan al penitente. Tienen la obligación de seguirlo por el recorrido. Rezan por él para que no caiga, para que no sufra, para que siga adelante. Son dos los penitentes que acompañan al empalao con sendos faroles.
Es sobrecogedor ver el recorrido del empalao por la voluntad que pone en llevar a cabo su empeño.
Una vez terminado el recorrido el empalao regresa al lugar donde fue vestido para ser socorrido inmediatamente por su familia y vestidores que le darán friegas con alcohol para activarle la circulación.

(quiero agradecer al “empalao” de este reportaje por permitirme estar en momentos tan íntimos, gracias…)


Fotografía: Jose Vicente


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